Enfrentando temas difíciles en la doctrina mormona.

 ENFRENTANDO TEMAS DIFÍCILES EN LA DOCTRINA MORMONA

Por Robert L. Millet es profesor de la historia y doctrina de la Iglesia y ex decano de Educación Religiosa en BYU.

Robert L. Millet

Robert L. Millet

Mi experiencia sugiere que el anti-mormonismo muy probablemente continuará aumentando en volumen, cuando menos hasta que el Salvador regrese y apague las prensas. A causa de que creemos en la Apostasía y en la necesidad de una restauración de la plenitud del evangelio, nunca seremos totalmente aceptados por aquellos que creen que tienen en la Biblia toda la verdad que necesitan.

No obstante, quiero hacer notar dos cosas acerca del anti-mormonismo:

Primero, los materiales anti-mormón definitivamente afectan más a los que no son Santos de los Últimos Días. Pero en algunos casos no solamente disuaden o atemorizan a los curiosos o a los investigadores interesados sino que también preocupan a muchos más miembros de la Iglesia de los que yo había creído previamente.

Me imagino que lo que estoy diciendo es que el material antagónico llegó para quedarse y está afectando tanto a los Santos de los Últimos Días como a las actitudes de quienes profesan otra fe.

Segundo, con frecuencia los críticos de la Iglesia simplemente usarán nuestro propio “material” contra nosotros. No necesitan crear nuevo material; simplemente le escarban un poco y re-empaquetan lo que algunos de nuestros líderes en la Iglesia han dicho en el pasado y que no se considera hoy en día como parte de la doctrina de la Iglesia. Los SUD están ansiosos por defender y apoyar a sus líderes. En consecuencia, no estamos dispuestos a sugerir que algo que fue enseñado por el Presidente Brigham Young o por los élderes Orson Pratt y Orson Hyde pudiera no estar de acuerdo con la verdad que Dios nos ha dado a conocer “línea por línea, precepto por precepto” (Isaías 28:10; 2 Nefi 28:30).

Hace algún tiempo uno de mis colegas y yo estuvimos en el sur de California hablándoles a un grupo de unas quinientas personas, entre SUD y protestantes. Durante la parte del programa destinada para preguntas y respuestas, alguien preguntó lo inevitable: “¿Realmente son ustedes cristianos? Ustedes, como muchos dicen, ¿adoran a un Jesús diferente?” Expliqué que adoramos al Cristo del Nuevo Testamento, que de todo corazón creemos en Su nacimiento virginal, en Su divinidad, en Sus milagros, en Sus enseñanzas transformadoras, en Su sacrificio expiatorio y en Su resurrección corporal de entre los muertos. Agregué que también creemos en las enseñanzas de y acerca de Cristo que se encuentran en el Libro de Mormón y en las revelaciones modernas. Al fin de la reunión, una mujer SUD se me acercó y dijo: “¡No dijiste la verdad con respecto a lo que creemos!”

Muy sorprendido, le pregunté “¿Qué quiere decir?”

Me contestó: “Dijiste que creemos en el nacimiento virginal de Jesús, y sabes muy bien que no creemos en eso”

“Sí, si lo creemos”, le repliqué.

Entonces, muy emocionada, dijo, “Quiero creerte, pero durante años la gente me ha dicho que creemos en que Dios el Padre tuvo relaciones sexuales con María y que de esa forma fue concebido Jesús”.

La miré a los ojos y dije: “Estoy al tanto de esa enseñanza, pero esa no es la doctrina de la Iglesia; eso no lo enseñamos hoy día en la Iglesia. ¿Ha oído que las Autoridades Generales lo enseñen en la Conferencia? ¿Se encuentra en los libros canónicos, o en los materiales de estudio, o en los manuales de la Iglesia? ¿Está incluida en una declaración o proclamación oficial? Me pareció como si un gran peso hubiera sido quitado de sus hombros, y con lágrimas en los ojos, me dijo simplemente, “Gracias, Hermano Millet”.

No hace mucho, el Pastor Greg Johnson y yo nos reunimos con una Iglesia Cristiana Evangélica en el área de Salt Lake. El ministro de esa iglesia nos pidió que viniéramos a hacer una presentación (“Un evangélico y un SUD en diálogo”) que Greg y yo habíamos tenido anteriormente en varias partes del país. El propósito total de nuestra presentación era dar una muestra del tipo de relaciones que pueden tener las personas de diferentes religiones. Esta clase de presentaciones ha demostrado ser, según estimo yo, uno de los métodos más eficaces para construir puentes de comunicación en los que hayan participado.

En esa noche particular, la primera pregunta que hizo un miembro de la audiencia era con respecto al DNA y el Libro de Mormón. Hice un breve comentario e indiqué que una respuesta más detallada (e informada) escrita por un biólogo de BYU estaba por salir en un artículo del periódico. En ese momento se levantaron muchas manos. Escogí a una mujer que estaba muy cerca. Su pregunta fue: “¿Cómo manejan ustedes la doctrina de Adán-Dios?”

Le respondí: “Muchas gracias por esa pregunta. Me da la oportunidad de explicar (desde el inicio de nuestra plática) un principio que pondrá el fundamento para otras cosas que se dirán”. Tomé unos momentos para contestar la pregunta. “¿Cuál es nuestra doctrina? ¿Qué es lo que enseñamos hoy en día?” Les indiqué que si una enseñanza o idea no se encontraba en los libros canónicos, ni en las declaraciones o proclamaciones oficiales, que si no se enseñaba en las conferencias generales u otras reuniones oficiales por los apóstoles y profetas vivientes, o si no se encontraba en los manuales oficiales o en los cursos de estudios de la Iglesia, es muy probable que no sea parte de la doctrina o de las enseñanzas de la Iglesia.

Me sorprendí mucho cuando mi amigo pastor le dijo a la congregación: ¿Están oyendo lo que dice Bob? ¿Escuchan lo que está diciendo? ¡Esto es muy importante! Ya es hora de que dejemos de criticar a los SUD por cosas que ni siquiera enseñan hoy en día”.

En este punto de la reunión sucedieron dos cosas:

Primero, se redujo el número de manos levantadas, y

Segundo, el tono de la reunión cambió dramáticamente. Las preguntas no fueron incisivas o desafiantes, sino más bien fueron esfuerzos para aclarar.

Por ejemplo, la última pregunta fue hecha por un hombre de mediana edad: “A mí en lo personal me gustaría agradecerles, desde el fondo de mi corazón, por lo que han hecho esta noche. Esto me emociona. Yo creo que esto es lo que Jesús hubiera hecho. He vivido en Utah durante muchos años, y tengo muchos amigos SUD. Nos llevamos bien; no peleamos ni discutimos por asuntos religiosos. Pero realmente no hablamos acerca de las cosas que más nos importan, o sea, acerca de nuestra fe. No pienso hacerme un SUD, y estoy seguro que mis amigos mormones no quieren hacerse evangélicos, pero me gustaría hallar la forma de que hablemos de corazón a corazón. ¿Podrían ustedes dos hacer algunas sugerencias de cómo podemos profundizar y endulzar las relaciones con nuestros amigos SUD?”

En ese momento sentí que de alguna forma habíamos podido llegarle a parte de la audiencia. Richard Mouw, uno de mis amigos evangélicos, ha sugerido la necesidad de que tengamos una “convivencia civilizada”, o sea el desafío de ser leales a nuestra propia fe y no comprometer ni un ápice de nuestra doctrina y nuestra forma de vida, y al mismo tiempo esforzarnos a entender mejor y a respetar a nuestros vecinos que no son de las mismas creencias religiosas.

Para mí, estas experiencias hacen resaltar el desafío que enfrentamos. No dudo en responder “No lo sé”, ya sea a una persona o a un grupo que me pregunte por qué los hombres son ordenados al sacerdocio y las mujeres no, o por qué a los negros se les negó el sacerdocio por cerca de un siglo y medio. Respondería de la misma manera a preguntas sobre algunos otros asuntos que no han sido revelados ni aclarados por quienes poseen las llaves adecuadasLa dificultad viene porque alguien del pasado habló de estos asuntos y presentó ideas que no están en armonía con lo que sabemos y enseñamos hoy, y porque dichas enseñanzas aún están disponibles, ya sea de forma impresa, o entre las conversaciones diarias de los miembros, y nunca han sido corregidas o aclaradas.

Las preguntas importantes son simplemente, ¿Cuál es nuestra doctrina? ¿Cuáles son las enseñanzas de la Iglesia hoy? Si de alguna manera pudiéramos ayudar a los Santos (y a todo el mundo religioso) a que sepan las respuestas a estas preguntas, sin duda mejoraría nuestro esfuerzo misional, nuestra retención de conversos, nuestra activación, y la imagen y la fuerza global de la Iglesia. Si se presentan de manera apropiada, no necesita debilitar la fe o crear dudas. Podría hacer mucho para enfocar a los Santos más y más en las verdades fundamentales y salvadoras del evangelio.

Fuente: http://rsc.byu.edu/blogspanish/?tag=robert-millet


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