La Investidura el secreto de Qumrán.

 Un examen de la vida de los qumranitas en base a los escritos descubiertos  muestra su identidad, prácticamente cierta, con los esenios.

El Maestro de Justicia no fundó un templo propio en un lugar seguro en el extranjero, sino que procuro la unión de los esenios en Qumrán. También huyeron con él numerosos sacerdotes, entre ellos también de la distinguida familia sadoquita, y altos funcionarios de la administración del Templo.

Llevaban  consigo nada menos que la autoridad legítima, y los secretos ritos de la ceremonia de entronización y resurrección a una nueva vida, con los cuales  que se constituían los sumos sacerdotes legítimos, representantes autorizados del pacto con Dios. Ahora este supremo representante de la Alianza residía en el exilio, y ese pacto se extendía solamente a aquellos judíos que se mantuvieron fieles al sumo sacerdote destituido de su cargo, y que se unieran a él en el futuro, convenio que se efectuaba mediante la dotación de la investidura.

Esenios en Qumrán

Sin embargo, también hubo enfrentamientos entre ellos. Una parte de lo esenios pensaban que, incluso en aquellas circunstancias, había que ofrecer en el Templo de Jerusalén los sacrificios exigidos por la ley de Moisés, sin que el Maestro de Justicia tuviera que recuperar su cargo. Son estos los que permanecieron en Jerusalén y otras ciudades, como lo refiere Flavio Josefo; aun una puerta del Templo llevaba como nombre: “La Puerta de los Esenios”.

La otra facción de los esenios, la comunidad de Qumrán que había seguido al Maestro de Justicia, rechazó la idea de volver a la tierra santa, porque según su concepción, Dios había abandonado definitivamente el templo y el país a la perdición y de ahora en delante había que esperar la salvación de Israel en el exilio.

Las opiniones de la comunidad qumrana acerca del sacerdocio de Jerusalén están claras en los siguientes pasajes de los rollos:

“Los sacerdotes de Jerusalén, quienes acumularon riquezas e injustas  ganancias despojando al pueblo” 1QpHab 9: 4-5

“Es Jerusalén la ciudad en la cual los malvados sacerdotes hicieron obras abominables y profanaron el Templo de Dios” 1QpHab 12: 7-9

Las excavaciones han mostrado que es probable que el pueblo de Qumrán viviera en carpas y usara las cuevas de los acantilados, de los alrededores como almacenes y viviendas para refugiarse de las muy ocasionales lluvias de invierno.

Había construcciones que incluían una torre vigía, salas de reuniones públicas, un refectorio con cocinas y despensas, un escritorium. Un horno, un establecimiento de cerámica, varios talleres y grande cisternas para abluciones.

La limpieza ritual era esencial para el mantenimiento de la santidad, por lo que requerían grandes cantidades de agua en esta zona tan poco lluviosa.

Después del acto formal de establecimiento de los esenios en Qumrán hubo al principio en el que cada futuro miembro pleno de la comunidad tenía que acreditarse como un judío realmente piadoso mediante el estudio de la Torah y de los libros bíblicos de los profetas, una conducta adecuada y la superación final del examen de admisión.

De esta calificación especial de todos los miembros surgió poco después el procedimiento trienal de admisión de los esenios.

Al principio, estas medidas hicieron que, por algún tiempo después del acto formal del establecimiento en Qumrán, hubiera una comunidad de esenios calificada. Después de este rígido procedimiento de admisión tuvo como consecuencia que el número de los esenios fuera siempre cada vez más pequeño, por ello, debido a este severo proceso de ingreso, los esenios se convirtieron en una elite erudita de Judea.

Las virtudes positivas que se enseñaban en esta comunidad estaban descritas con claridad en los rollos. Verdad, rectitud, bondad, justicia, honestidad y humildad, además de amor fraternal.

A menudo los observadores modernos se refieren  a la comunidad que vivió en Qumrán como un monasterio esenio, pero el término “monasterio” es engañoso, ya que no se trataba de un grupo de varones célibes que se dedicaban a rezar casi todo el tiempo en que no trabajaban.

La tradición suele presentar a los esenios como solteros. Hay que entender que el judaísmo antiguo la renuncia intencionada al matrimonio se consideraba como una falta grave contra la Torah, y es que en el judaísmo existía un precepto de Jehová que exhortaba a todos los hombres a ser fecundos y multiplicarse. Su soltería es una falsa suposición.

Otra de las causas, que se pueden tomar en cuenta, es que los judíos piadosos suelen ir cada sábado a sus sinagogas en familia, y las mujeres suelen retirarse a una sala lateral, y los hombres ejercen el culto en la parte central de la sinagoga. Los esenios incluso iban tres veces al día a sus casas de oración, pero nunca se veía a una sola mujer ir con ellos, porque lo aparecen en su manifestación pública a otros judíos de Palestina como una sociedad exclusiva de hombres.

Otra posible causa, es que  en el judaísmo antiguo un varón a los trece años ya era apto para el matrimonio. Pero para los esenios los veinte años era la  condición para la mayoría de edad religiosa y para el matrimonio. Por eso los jóvenes esenios seguían durante esos años solteros, cuando los judíos de su edad se habían casado ya hace tiempo. Eso causa la impresión, a sus coetáneos como una renuncia al matrimonio por parte de los esenios.

En cuanto, a los esenios de la comunidad de Qumrán, a estas causas comunes, hemos de agregar, que los esenios se casaban por única vez.  Después de las gestiones entre familias para el matrimonio, la mujer debía dar a luz cada año un hijo, de ser posible muchos varones, adicionemos el trabajo doméstico, las condiciones extenuantes de la vida en el desierto, no es extrañar que las mujeres no llegase a cumplir los veinticinco años, muriendo de fiebres o de distintas enfermedades.

Los miembros de la comunidad qumrana se dividieron en tres grupos: Israel, Levi y Aarón. Israel significaba ser miembro común, los Levitas eran sacerdotes menores y Aar´n designaba a los mayores y más sagrados sacerdotes.  Su organización jerárquica  guarda notable paralelismo con la masonería.

En ese sentido, hay varias similitudes con la masonería. Cualquiera podía solicitar su ingreso a la comunidad. Si lo aceptaban, el candidato era admitido en un nivel menor por un año, tiempo durante el cual no debía mezclar su patrimonio con el de la mayoría. El primer nivel de la masonería, el de Aprendiz, solía durar un año, y en la ceremonia de iniciación se requiere que el candidato no traiga monedas u otros objetos metálicos. En el transcurso de la iniciación masónica  se le pide que de dinero, y cuando dice que no tiene se le responde que querían comprobar que no hubiera traído monedas o alguna otra cosa de valor a la logia.

Cuando el nuevo miembro había permanecido en la comunidad qumrana por un año, se le ponía a prueba con relación a su aprendizaje de la Tora. Antes de pasar a la categoría de compañero, un hermano  masón tiene que ser puesto a prueba sobre sus conocimientos del ritual.

Como sucedía en la masonería en el pasado, la segunda etapa de membresía era a lo más que llegaba la mayoría, pero algunos seleccionados podían alcanzar un tercer nivel pasado otro año. Esto les permitía acercarse al consejo secreto de la comunidad, lo que recuerda los secretos de Hiram Abif que se revelan a los masones que se convierten en Maestro masón al ser ascendido al tercer grado. Son muchos los paralelismos entre las reglas de la comunidad de Qumrán y la masonería.

La doctrina de los esenios.

La doctrina básica de los esenios estaba directamente relacionada con la Torah, esto implicaba la fe en un único Dios  quien  eligió a Israel y lo saco de la esclavitud de Egipto, le dio su pacto en el Sinaí y finalmente lo condujo al país sagrado.

En general, la posición que mantenían los esenios  buscaba con todas sus fuerzas preservar la corriente principal de la tradición judía, y para poder conseguirlo era necesaria una total devoción a la Torah. El mismo título de Maestro de Justifica significaba que su tarea principal dentro de la comunidad esenia era la conservación y la observancia de la Ley.

Por los rollos de Qumrán, se conocen que existían ciertos libros secretos que contenían referencia a ciertos rituales revelados por Dios; por lo general se trasmitían a personas elegidas de manera verbal; pero que se habían escrito en código. Estos secretos estaban muy restringidos y se dice que fueron pasados de mano en mano (literalmente) en una larga fila de tradición secreta, para ser preservados fielmente hasta los últimos días. Estos no serían otros sino los mismos  secretos orales de la ceremonia de entronización y resurrección.

Los esenios vivían siempre en espera del fin de la situación existente. Es en este espacio de espera, consideraban  que era inminente la intervención de Dios y el establecimiento de su reino. Adquirió  especial importancia la figura del Mesías, un descendiente del rey David y que regiría a Israel con justicia y aniquilaría a sus enemigos. Amarrada a la idea mesiánica aparece la ideología apocalíptica, es decir: el juicio final.

El juicio final.

En lo que respecta al juicio final, entre otros acontecimientos, los esenios identificaban al futuro de lugar de salvación a Jerusalén. En este momento descendería del cielo una nueva Jerusalén, con su Templo en medio de ella, atendido por aquellos sacerdotes y sus descendientes que a través de los años habían permanecido fieles a Dios.

Por otra parte, a esta concepción del papel central del Templo de Jerusalén con lugar salvífico, existe en la tradición apocalíptica  judía, cierta noción de enseñanzas secretas conectada con Moisés,  relacionada a instrucciones con relación al final de los siglos.

Ahora se cree que alguna vez  hubo una colección de escritos atribuidos a Moisés bastante más grande que la que sobrevivió hasta el día de hoy (E. Schurer, The Jewish people at the time of JesusCrist). Uno de los trabajos que sobrevivió es The Assumption of Moses (La asunción de Moisés), que se sabe es una obra esenia y contiene las siguientes instrucciones de Moisés a Josue.

El texto de “La asunción de Moisés”

El libro menciona brevemente la historia judía desde la crisis antioquera, el periodo asmoneo, la llegada del rey insolente, que se cree hace una referencia al rey Herodes el grande.  El documento menciona un periodo de persecución.

El texto dice:

“Él me preparó antes de la fundación del mundo, que ser el mediador de Su pacto. Y ahora yo os declaro que la época de los años de mi vida se ha cumplido y estoy cerca  a dormir con mis padre, … en presencia de todas las personas y recibe  este escrito para que tu  puede saber cómo preservar los libros que me emitirá para vosotros: y fijará el orden en estas y ungir con aceite de cedro y guárdelas en tierra los vasijas  en el lugar que Él ha hecho desde el comienzo de la creación del mundo, que su nombre debe ser llamado hasta que el día de arrepentimiento en la visita con que el Señor los visite en la consumación del fin de los días.”

En el libro también hace mención a una figura misteriosa Taxo o Tacho que incita a sus hijos a retirarse a una cueva junto con él, para morir ahí antes que ser desleales con su fe.

“Luego, en ese día se procederá a un hombre de la tribu de Levi, cuyo nombre se Taxo, teniendo siete hijos  les  exhortaba: …. Ahora, por lo tanto, mis hijos, oír de mí: para observar y saber que tampoco los padres ni sus antepasados tentar a Dios, a fin de transgredir sus mandamientos. Y usted sabe que esta es nuestra fortaleza y, por tanto, que vamos a hacer. Hagamos rápido por el espacio de tres días y en el cuarto vayamos en una cueva que se encuentra en el terreno, y vamos a morir antes que transgredir las órdenes del Señor de los Señores, el Dios de nuestros padres. Porque si hacemos esto y morir, nuestra sangre se vengara ante el Señor.”

La exhortación que se hace en el texto a mejor morir antes que ser desleales con su fe, tiene resonancias masónicas, quienes se orientan en sus pactos con la idea de lealtad incluso hasta la muerte, resumida por las palabras de Hiram Abif al ser amenazado por el primero de sus atacantes:

”Prefiero sufrir la muerte que traicionar la sagrada confianza que me fue otorgada”

Existe hoy, igualmente otra organización cristiana que se orienta con la misma idea, de morir antes que revelar el secreto de las ordenanzas recibidas.

Se han hecho intentos por identificar Taxo con un personaje histórico, pero hasta ahora ninguno he tenido éxito.

No obstante, el nombre Taxo ha dejado de ser un misterio, porque el descubrimiento de la clave Atbash usada por los qumranos  en sus rollos aplicada al nombre Taxo, ha confirmado que se refiere a “Asaph” o “Asaf”.

Asaf, era un oficial dentro del sistema religioso de Jerusalén.  Asaf habría participado tanto en el lado público como en el privado de ese sistema. Sirvió como funcionario durante varios años, comenzando con el rey David y sirviendo también el rey Salomón.  Por consiguiente, participó y ayudo a Salomón a construir del templo.

El empleo del nombre Taxo, en este texto qumrano podría estar pues, señalando al Maestro de Justicia. Lo que se concluye de ello, es que líder de la comunidad qumrana era considerado el descendiente espiritual del constructor del  Templo de Salomón, el hombre que, por otra parte, los masones ahora conocen como Hiram Abif.Otra conclusión a la que se llega es que si el “Maestro de Justicia” era el sucesor espiritual del arquitecto original del Templo, esto refuerza  la  hipótesis  de que efectivamente , el líder qumrano poseía  los  secretos de la ceremonia de entronización  y  de  la  resurrección figurada  a  nueva  vida, también conocida como, la antigua ordenanza de la investidura.

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